martes, 30 de junio de 2009

La "venganza tardía" de Jünger

Hace pocas semanas que Tusquets ha publicado un inédito de Jünger en España: Venganza tardía. Tres caminos a la escuela, una breve narración "autobiográfica" escrita en 1991. No era el único texto que permanecía sin traducir: aún espero los dos últimos diarios de Pasados los setenta, aquellos que abarcan los años comprendidos entre 1986-1990 y 1991-1995. Como mañana espero la visita del editor, tendremos alguna noticia.
El libro es el peculiar ajuste de cuentas de un nonagenario con la escuela que vivió y sufrió. Wolfram, el jovencísimo protagonista, es un chico soñador y tímido que vive angustiado por los distintos colegios en los que tiene que estudiar. Sólo el camino lo aparta -y lo acerca- de ese mundo de opresión. Una paradoja que anticipa lo que será la propia vida del genio: una vida viajera, curiosa, sin espacio para la ternura pero con una ilimitada capacidad de asombro.

miércoles, 24 de junio de 2009

Bienvenido Mr. Larsson

Digamos de entrada que un best seller es un libro que se vende mucho, muchísimo. Esto parece sencillo de entender, pero luego se pone uno a comentarlo con los amigos o con algún colega y ya luego la cosa no está tan clara.
Para empezar está el factor temporal: se vende mucho en poco tiempo, sea un mes o un año, o dos. Esto parece consustancial al subgénero (y lo designo así a conciencia, entendiendo que se trata de una modalidad de la narración, sea ésta ensayística o de ficción).
A mi juicio, lo importante es no perder de vista la razón que se esgrime en nuestro caso: la venta. ¿Es esto un argumento pertinente para la crítica literaria? Sí para mí. Los más puros estructuralistas, que siempre han invocado la inmanencia de la obra literaria, pondrán el grito en el cielo y rechazarán cualquier argumento que pretenda enjuiciar una obra atendiendo a un criterio tan "extraliterario". Yo me permito discrepar. Tanto desde el punto de vista de la sociología de la literatura como de la estética de la recepción el elemento mercantil es tan válido como cualquier otro. La venta de un libro nos está hablando de su difusión, y ésta señala irremediablemente hacia el valor que un texto adquiere en una época determinada. No reconocerlo supone perder de vista el eje sincrónico en la interpretación de una obra literaria. Así, por ejemplo, todos estamos de acuerdo en considerar que Calderón de la Barca es, desde un punto de vista diacrónico -a través del tiempo- un clásico, pero igualmente debemos admitir que el valor de su obra no siempre ha sido medido de la misma forma. Cada época la ha recibido de acuerdo a la estética imperante. Es decir, en cada momento, el lector/espectador ha visto y entendido aquello que más se acercaba a su concepción estética.
Viene esta breve reflexión a cuento de la reciente aparición del tercer volumen de la trilogía Millennium del malogrado Larsson, un fenómeno extraordinario que, para empezar, está ayudando mucho a sanear la economía de muchas librerías. Y ya está bien de hablar pestes de los best sellers. ¿Cuántos Larssons necesitamos para mantener en los estantes los libros de fondo? Pues unos cuantos al año. Sin la liquidez que un best seller de estas características le aporta a un librero, éste se vería obligado a reducir su oferta al lector. Aceptémoslo como algo necesario en el negocio. Nos va la vida en ello.

jueves, 18 de junio de 2009

Jan Twardowski

"Resulta que en nuestro mundo actual las obras de los autores más apreciados están contaminadas por la desesperación, por la falta de fe, por el materialismo, por lo posmoderno."

La cita es del poeta polaco Jan Twardowski (1915-2006), de quien Rialp acaba de publicar una Antología poética al cuidado de Anna Sobieska y Antonio Benítez Burraco. Por lo que llevo leído, puedo aventurarme a decir que su poesía es un canto a todo lo contrario: a la esperanza, la fe y el amor.
Y, para añadir, el humor. Que no está reñido con la santidad:

En la cola hacia el Cielo
¡Calma, no tan rápido!;
¡por favor, no empujen!;
primero hay que parecer santo sin serlo;
seguidamente, ni serlo, ni parecerlo;
después, serlo de tal modo que sea imposible advertirlo;
y sólo por último,
el santo terminará por asemejarse a un santo.

viernes, 5 de junio de 2009

Vuelve el mito

Y esta vez por culpa del presidente Obama.
Que por pintoresquismo costumbrista uno coquetee con la herencia mora está muy bien, y de hecho ha dado frutos extraordinarios en el arte y la literatura:

Yo soy como las gentes que a mi tierra vinieron
-soy de la raza mora, vieja amiga del sol-,
que todo lo ganaron y todo lo perdieron.
Tengo el alma de nardo del árabe español.
Esto lo decía Manuel Machado en ese gran autorretrato titulado Adelfos, pero es mentira. Los andaluces descendemos de los repobladores que vinieron del norte.
Hablar del mito de la tolerancia de las tres culturas es aburrido y una pérdida de tiempo. Para aquellos apresurados lectores que quieran desengañarse definitivamente de esas falsedades les recomiendo un librito de Sánchez-Albornoz titulado De la Andalucía islámica a la de hoy (Rialp), donde el historiador recogió una serie de artículos que reivindicaban la españolidad de Andalucía en un contexto político en el que muchos andaluces se dejaban seducir por el pasado islámico de nuestra tierra.