martes, 29 de julio de 2008

Un monarca, un músico

En estos días wagnerianos he vuelto a ver Ludwig II (1972) de Visconti. Cuatro horas dedicadas al reinado de este excéntrico mecenas de Wagner. Igual que siempre, el director italiano recrea con decadente maestría los ambientes barrocos en los espacios interiores. El entorno bávaro -con lagos, bosques y castillos- es el lugar elegido para exhibir el gusto estetizante de este singular monarca.
Más de diez años después de verla, la película me sigue gustando sólo en los aspectos más superficiales, como los decorados y el vestuario, que no es poca cosa. El guión, sin embargo, no me convence y, como ocurría en Muerte en Venecia, los diálogos sobre la Belleza se me antojan cursis e inverosímiles. Algunas escenas están rodadas con tanta lentitud que nos hacen bostezar y resoplar. Menos mal que no recurre tanto al zoom como en Muerte... He leído que Visconti tuvo muchas dificultades con el montaje final. Esto justificaría en parte el desigual resultado de una película que no tiene la calidad de El gatopardo, pero en la que asoman destellos del genio brillante del realizador italiano.
Un aspecto controvertido es el retrato que se hace de un Wagner egoísta, aprovechado y engreído. Supongo que habría algo de ello en su relación con el monarca, pero más de un siglo después es un asunto que me importa poco, como tampoco nos importan mucho ahora las extravagancias de un rey misántropo que disponía a su antojo del dinero de su reino para construir castillos y teatros. Nos quedan sus respectivas obras, forma y contenido de una Belleza total.

miércoles, 23 de julio de 2008

Wagnermanía

El próximo viernes 25 comienza una nueva edición del Bayreuther Festspiele, último que dirigirá Wolfgang Wagner, nieto del compositor. Cada día, Radio Clásica retransmitirá desde su web las primeras funciones hasta el dos de agosto:

- Viernes 25 a las 15:50 Parsifal
- Sábado 26 a las 15:50 Tristán e Isolda
- Domingo 27 a las 15:50 Los maestros cantores
- Lunes 28 a las 17:50 El oro del Rhin
- Martes 29 a las 15:50 La Walkyria
- Jueves 31 a las 15:50 Sigfrido
- Sábado 2 a las 15:50 El ocaso de los dioses


De nada.

miércoles, 16 de julio de 2008

La Flor del Carmelo

Hoy que celebramos la festividad de la Virgen del Carmen me he acordado del poema que Luis Alberto de Cuenca publicó en El hacha y la rosa (Renacimiento, 1993) y que lleva por título Himno a la Virgen del Carmen. No conozco la razón por la que en la primera recopilación de su obra poética hasta 1998 (Los mundos y los días, Visor) no lo incluyó, pues me parece un texto de una calidad indiscutible.
Podemos reconocer en esos versos al poeta de oficio que ha leído a los clásicos y que sabe usar de forma certera los atributos marianos que vienen a este caso concreto: doncella luminosa, piadosa, madre graciosa y dulce, puerta del cielo, soberana del tiempo, dueña de las esferas, rosa resplandeciente...
No me resisto a copiar el texto, para gozo de todos los amigos del Carmelo:

Madre y hermana nuestra, reina de los espacios
infinitos, asombro del Carmelo, doncella
luminosa, permite que este canto celebre,
lleno de amor, la luz con que enciendes el mundo.

Como nube que, en tiempo de sequía, derrama
la bendición del agua sobre el campo sediento,
así derramas tú la lluvia de tus dones
sobre los desterrados, sobre los afligidos.

Virgen, escúchanos. Que tu estrella nos guíe
por sendas de alegría, de virtud y coraje,
y obtengamos la eterna visión de tu belleza
en el reino celeste donde todo es ventura.

Piadosa, no abandones nuestro monte sagrado.
Riega con tu rocío las plantas que en él crecen
para que tu jardín florezca hasta la cumbre
y broten como fuentes divinas tus altares.

Madre graciosa y dulce, tú velas por tus hijos
noche y día, sembrando la esperanza en las almas
de los desesperados, dando fe a los incrédulos,
valor a los cobardes y consuelo a los tristes.

Puerta del cielo, escala que conduce a lo alto,
soberana del tiempo, dueña de las esferas,
rosa resplandeciente de perpetua fragancia,
flor viva del Carmelo que nunca se marchita.

Siempre he citado este texto como ejemplo de buena poesía religiosa que no cae en el ripio. Ustedes estarán de acuerdo conmigo.