lunes, 17 de noviembre de 2008

Palabras, palabras, palabras

Que Radio Clásica está cambiando a peor es algo que muy pocos negarán.
Soy un oyente de la emisora desde hace más de veinte años y durante todo este tiempo he podido comprobar la evolución de toda su programación, desde los tiempos de José Carlos Cabello hasta los de Jacobo Durán-Loriga (presentadores de Conversación galante y La noche cromática, respectivamente). Con alguna que otra pifia de por medio, la emisora siempre había mantenido una coherencia inquebrantable en las maneras de presentarnos la música, con un absoluto respeto al texto sonoro, sin interferencias ni omisiones de ningún tipo, ya sea en la noticia de los intérpretes o en la del músico, con la obligada fermata al principio y al final de cada audición, con un amable decoro en las formas, sin envaramiento ni pedantería.
Esto ha empezado a cambiar. Desde primeros de septiembre, la llegada a la dirección de la radio culta del ubicuo Fernando Palacios ha coincidido con un lamentable plan de eutanasia laboral: Araceli González Campa, Fernando Argenta (cuyo programa nunca me gustó), el mencionado Durán-Loriga y su compañera de programa María Santacecilia, entre otros, han sido prejubilados. Lo peor, sin embargo, es la derrota que este nuevo director ha tomado. Los nuevos locutores están aquejados de una incontinencia verbal que resulta agotadora, no paran de hablar y hablar y hablar y hablar y hablar...

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