miércoles, 16 de julio de 2008

La Flor del Carmelo

Hoy que celebramos la festividad de la Virgen del Carmen me he acordado del poema que Luis Alberto de Cuenca publicó en El hacha y la rosa (Renacimiento, 1993) y que lleva por título Himno a la Virgen del Carmen. No conozco la razón por la que en la primera recopilación de su obra poética hasta 1998 (Los mundos y los días, Visor) no lo incluyó, pues me parece un texto de una calidad indiscutible.
Podemos reconocer en esos versos al poeta de oficio que ha leído a los clásicos y que sabe usar de forma certera los atributos marianos que vienen a este caso concreto: doncella luminosa, piadosa, madre graciosa y dulce, puerta del cielo, soberana del tiempo, dueña de las esferas, rosa resplandeciente...
No me resisto a copiar el texto, para gozo de todos los amigos del Carmelo:

Madre y hermana nuestra, reina de los espacios
infinitos, asombro del Carmelo, doncella
luminosa, permite que este canto celebre,
lleno de amor, la luz con que enciendes el mundo.

Como nube que, en tiempo de sequía, derrama
la bendición del agua sobre el campo sediento,
así derramas tú la lluvia de tus dones
sobre los desterrados, sobre los afligidos.

Virgen, escúchanos. Que tu estrella nos guíe
por sendas de alegría, de virtud y coraje,
y obtengamos la eterna visión de tu belleza
en el reino celeste donde todo es ventura.

Piadosa, no abandones nuestro monte sagrado.
Riega con tu rocío las plantas que en él crecen
para que tu jardín florezca hasta la cumbre
y broten como fuentes divinas tus altares.

Madre graciosa y dulce, tú velas por tus hijos
noche y día, sembrando la esperanza en las almas
de los desesperados, dando fe a los incrédulos,
valor a los cobardes y consuelo a los tristes.

Puerta del cielo, escala que conduce a lo alto,
soberana del tiempo, dueña de las esferas,
rosa resplandeciente de perpetua fragancia,
flor viva del Carmelo que nunca se marchita.

Siempre he citado este texto como ejemplo de buena poesía religiosa que no cae en el ripio. Ustedes estarán de acuerdo conmigo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sí que es buena. Quizás no estaba en la edición prístina de Visor por temor al qué dirán. Nunca se sabe...
Por cierto, un reciente descubrimiento: Gregorio de Nisa