domingo, 2 de marzo de 2008

Seguro azar

En la entrada anterior me lamentaba por no poder asistir al concierto de Le Poème Harmonique en la Iglesia de la Magdalena. El azar quiso, sin embargo, que pudiese acudir al ensayo que el conjunto hizo cuatro horas antes. ¿Cómo lo conseguí? Fue, repito, fruto del azar: encontrarme cerca del lugar del concierto al propio Vincent Dumestre, reconocerlo, presentarme con cortesía, intercambiar algunas impresiones sobre su carrera musical (él llegó a preguntarme si yo también era músico), decirle que me sería imposible escuchar su actuación y ayudarle a encontrar la puerta por la que acceder al templo bastaron para que el director francés me invitara a presenciar el ensayo.
Hora y media más tarde me encontraba en el interior de una de las iglesias más soberbias de Sevilla. La escasa iluminación apenas dejaba adivinar la profusión de pinturas murales que decoran el templo. Frente al altar estaban los músicos del continuo (viola, clave, órgano y tiorba) afinando sus respectivos instrumentos: la violista Sylvia Abramowicz se afanaba en templar las cuerdas de su viola; luego Claire Lefilliâtre cantaba los primeros compases del Miserere de De Lalande; el trío de voces masculinas ensayaba un fragmento de Charpentier; detrás de mí, en la zona del coro, un grupo de cantantes interpretaba las partes de canto llano que se intercalan en el Miserere. El ambiente que se preparaba para el concierto de la noche era de recogimiento: un conjunto de velas dispuestas delante del escenario nos podría evocar las pinturas del tenebrista Georges de la Tour.
No sé cómo habrá resultado todo al final. Espero que haya sido un éxito. Yo me quedo con mi ensayo, que ha compensado con creces mi ausencia del concierto.

1 comentario:

Antonio Rivero Taravillo dijo...

Quién sabe del revés de cada hora, /
cuántas veces la aurora estaba tras un monte, / cuántas el rejio hervir del horizonte / tenía tras su entraña de oro el trueno...

J.R.J.