- Poesía simbolista francesa, edición de Manuel Álvarez Ortega, Akal. Con este libro, editado en 1984, nací para leer poesía,que es una de las maneras más honradas (no la única) de ser poeta. La otra forma de llegar a serlo se consigue, evidentemente, escribiendo buena poesía.
Al descubrimiento del símbolo como materia esencial de la poesía (si no hay símbolo, no hay obra de arte) se unió el conocimiento de algunos de los mejores poetas que no he dejado de releer: Baudelaire, Verlaine, Mallarmé, Laforgue.
Al final del libro, unas notas biobibliográficas que leí en innumerables ocasiones. Las vidas de estos poetas -recordadas aquí casi como las Vidas de los trovadores provenzales- me sedujeron por su mezcla de obstinación, fatalidad,
precocidad, talento...
El que apaga la luz
-
Se les ha hecho largo el fin de semana porque he estado cuarenta y ocho
horas desaparecido. No fue nada del otro mundo, pero lo bastante para estar
oc...
Hace 1 día
1 comentario:
Me apunto la referencia bibliográfica. Y qué bien descrita (y necesaria) esa mezcla.
Publicar un comentario