miércoles, 18 de febrero de 2009

Sánchez Rosillo en Potsdam

En más de una ocasión he hablado con algún amigo de la soledad en la que tuvo que verse la poesía de Sánchez Rosillo cuando empezó a publicarse. Su primer libro, Maneras de estar solo (1978), que ganó el Adonais del año anterior, tuvo que ser un libro raro: huía del culturalismo que imponían los novísimos y apostaba por un discurso claro y elegíaco. En las Páginas de un diario (1981) su voz se vuelve más reflexiva y, si bien no abandona el coloquialismo, emplea en cuatro ocasiones el monólogo dramático, técnica muy usada por aquéllos en sus delirios culturalistas.
De uno de estos poemas quería hablar. Se titula Los pinares de Potsdam y recrea el supuesto diálogo -terribles palabras- entre Heinrich von Kleist y su musa y compañera Henriette Vogel poco antes de que se suicidaran. El poema es redondo y bordea felizmente el patetismo romántico con una extraordinaria elegancia. Que más puedo añadir sino confesar con pudor que, aunque no compartía esa fatal decisión, me emocionó su lectura.

5 comentarios:

Jesús Beades dijo...

A mí también me cautivó ese triste poema. En ese libro es donde están los poemas de motivo más culturalista de Sánchez Rosillo, en largos monólogos dramáticos. Pero, grande en su sencillez, siempre está hablando de sí mismo, y el lector se reconoce en el espejo.

Rafael G. Organvídez dijo...

Así es. Un buen monólogo dramático debe hablarnos siempre del autor (¡cómo supo esto Cernuda!).
Volviendo al libro de Sánchez Rosillo, una muestra extraordinaria es "Melville, en la aduana".
Saludos

Mery dijo...

No he leído el poema, a ver si doy con él.
Tengo que agradecer a un amigo sevillano el haberme dado a conocer a Sánchez Rosillo hace un par de años. Está visto que de Sevilla me llegan muy buenas influencias.
Gracias por esta nueva recomendación, un abrazo

Fernando dijo...

No sé quién es Von Kleist. ¿Era un poeta? ¿Se suicidó junto a su compañera? Esto es asombroso, porque siempre vinculas el suicidio con una visión distorsionada de las cosas, que quizá alguien cercano a ti podría corregir, centrándote. Si quien está junto a ti no lo rectifica, sino lo fomenta, es algo pavoroso.

(Qué comentario más pequeño-burgués, el mío)

Rafael G. Organvídez dijo...

Fernando, von Kleist fue uno de los más importantes románticos alemanes (de quien te recomiendo la selección de cuentos titulada "La marquesa de O... y otros cuentos" publicada por Alianza Editorial). Su suicidio compartido fue terrible, pues se pegó un tiro después de disparar -con su consentimiento- contra su propia compañera, enferma de cáncer.