Claude Choules, Sydney Lucas, John Campbell Ross, Gladys Powers, Delfino Borroni, Francesco DFrank Bucklesomenico Chiarello, Yakup Satar, Henry Allingham, Harry Patch, William Stone, John Babcock y Franz Künstler son nombres que no nos dicen nada.
Todos tienen en común el haber sido combatientes en la Primera Guerra Mundial y seguir vivos (el mayor de todos es el inglés Henry Allingham, que tiene -agárrense-ciento once años cumplidos).
Hoy he sabido que el último de la lista, el alemán Franz Künstler, murió ayer en una ciudad del sur de Alemania. Era el último alemán vivo que combatió en la gran guerra.
El pasado diecisiete de febrero hizo diez años que Jünger, su ilustre compatriota, nos dejó. Le faltaba poco para cumplir ciento tres años. No pudieron coincidir en el frente, pues Künstler sólo entró en combate nueve meses antes del final de la contienda, unas fechas en las que aquél estaba convaleciente en un hospital curándose de múltiples heridas.
Así nos recuerda Jünger su estado mientras estaba tumbado en una camilla:
Prescindiendo de pequeñeces como los rasguños y las contusiones producidas por balas de rebote, mi cuerpo había retenido al menos catorce proyectiles que dieron en el blanco, a saber: cinco balas de fusil, dos cascos de metralla de granadas de artillería, un balín de shrapnel, cuatro cascos de metralla de granadas de mano y dos cascos de granadas de fusil; contando las entradas y salidas me habían dejado veinte cicatrices. En aquella guerra en la que ya se disparaba más a los espacios que a los individuos había conseguido que once de aquellos proyectiles dieran en mi cuerpo.
(Tempestades de acero, trad. de Andrés Sánchez Pascual)
Casos como estos me hacen pensar que la longevidad conseguida es el más raro de los dones.
Una de romanos
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Puede parecer ventajista porque las críticas no están siendo buenas, pero *Gladiator
II *me despierta el mismo interés que el proceso de apareamiento ...
Hace 14 horas
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