jueves, 28 de mayo de 2009

Proust


Si hay dos obras literarias cumbre del siglo pasado, éstas son el Ulises de Joyce y En busca del tiempo perdido. Confieso que no he leído ninguna de las dos. Pero así como no tengo ganas de leer al irlandés la monumental obra de Proust aguarda en mi biblioteca igual que un viejo brandy espera el momento de ser abierto en una ocasión especial.

Hace pocas semanas me regalaron el último tomo de la traducción de Carlos Manzano para Lumen, al decir de muchos mejor que la edición de Mauro Armiño en Valdemar (por no hablar de la fallida de Alianza, empezada por Salinas y Quiroga Pla y terminada por Consuelo Berges). Tengo ahora mismo detrás de mí los siete volúmenes en perfecto orden, en una zona noble de mi biblioteca, siempre al alcance de la mano y de la vista: la sucesión de retratos del autor en cada lomo me invita casi a diario a tomar el primero y empezar la lectura. Me resisto. Creo que el momento está cerca, no sé si este verano, tal vez en julio. Mi amigo Fran ya ha caído en la tentación. Sucumbió hace dos días mientras yo le contaba a un conocido periodista la excelente idea que mi amigo José Carlos Carmona ha tenido: proponer la lectura de los siete tomos en el taller que dirige en la Casa del Libro. El ciclo empezará en octubre, y en cada mes se leerá un tomo. Pienso que es el momento de decidirse.

7 comentarios:

José Miguel Ridao dijo...

Yo también estoy deseando leerlo, pero creo que esperaré a que crezcan mis hijos, para hacer justicia a Proust. Un abrazo.

E. G-Máiquez dijo...

Ups, o sea que me tengo que hacer con la edición de Lumen, ¿no? Yo tenía (como el brandy tuyo) la de Salinas, pero ¿es fallida? Ah, y como curiosidad, ¿has visto el hermoso cómic que han sacado? Yo lo he hojeado nada más.

Fernando dijo...

Hola, Rafael. Me hace gracia que digas que son las dos obras cumbres de la literatura del XX y luego añadas que no las has leído. Deberías empezar diciendo "Según dice la gente, habrá que ver si eso es cierto o no, hay dos obras literarias cumbre ...".

Tocas un tema que me llena de melancolía. De joven decidí que había que leerse En busca del tiempo perdido, así que me compré los siete libritos de la fallida, la de Alianza (ya ves qué analfabeto soy que a mí me parecieron bien traducidos). Durante 6 veranos de mi última juventud-mi primera adultez (el VI y el VII los liquidé juntos) fui leyendo cada año uno de los tomos, cada uno de ellos contiene aún arena de una playa española distinta.

Hubo un momento en que fui consciente de estar perdiendo el tiempo: empleaba un tiempo y un esfuerzo que, de haber usado en libros más útiles, me habrían hecho algo más culto. Seguí adelante por disciplina, por fidelidad a mis playas pasadas, y ahora, muchos años después, me alegro de haberlo hecho: alguna tarde aislada, ante alguna emoción especial, me acuerdo de tal o cual pasaje de Proust, y me digo "mira, lo mismo que le pasó a Swann".

El resto, las otras miles de páginas, han acabado en aire, en humo, en luz, en blabla.

Rafael G. Organvídez dijo...

Los niños y el trabajo dejan poco tiempo, pero merece la pena buscar esos pequeños huecos diarios para empezar a leer a Proust.
Enrique, la traducción de Alianza carece de unidad, y los volúmenes mejor traducidos son sin duda los de Consuelo Berges. Salinas cometió muchos errores -te invito a que cotejes al azar el original y su traducción: no hace falta saber mucho francés para encontrar aquí y allá un texto que chirría, además del uso del laísmo y alguna que otra manía.
Fernando, hiciste bien en perseverar. La lectura no siempre es un placer: esto sólo lo dicen las campañas de animación que promueve el Ministerio de Cultura. Tú mismo reconoces que mereció la pena el esfuerzo. La obra de Proust es un Himalaya, y no todos los lectores están preparados para subir arriba. Muchos caen en el intento. El camino -¡un guiño lector!- es duro, pero creo que hay que hacerlo.
(¡Ah, Enrique, el cómic está muy bien! Sólo han salido dos de los doce volúmenes proyectados. Habrá que esperar).

Mery dijo...

No estoy de acuerdo con el Ulyses, de hecho no lo he leído; sólo con hojearlo y ojearlo me bastó para no querer ir mas allá.

La obra de Proust es harina de otro costal, a mi modo de ver. En mi caso voy por el segundo volúmen y con la firme intención de continuar hasta el último. El cuándo, está por ver.

Un beso y que usted lo disfrute.

Rafael G. Organvídez dijo...

¡Ánimo, Mery! Lo importante es ser mastín (ya sabes, "a final de año, corre más el mastín que el galgo").
Un beso

veranat dijo...

Un libro desconocido, cerrado y cerca, es como un ave agazapada a punto de desenvainar el vuelo. Tratándose de "En busca del tiempo perdido",lo que va a desplegar las alas es un águila inmensa... ¡Buen viaje! (¡y no esperes a octubre, Proust no es para estar aireándolo en un taller!)